martes, julio 18

Chicas, blogs, F1 Nada que ver

F1 ese gran deporte...

Y visitando los blogs, un gran descubrimiento: (mas que el de estas señoritas)


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Medicina pública ? No; medicina estatal
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Acerca del cuerpo de guardia: el descenso a los infiernos

Casi todos los facultativos hemos pasado por el trance de tener que hacer guardias de presencia física en algún momento de nuestra carrera. Y muchos las siguen haciendo tras muchos años de tarea. Este post va dedicado a ellos.
En primer lugar, hay médicos a los que les gusta hacer guardias. Son pocos, pero es de reconocer que disfrutan con ellas. Suelen ser casos de vocación intensa y de carácter recio.
Otros, la mayoría, las hacen por obligación (vamos, por "necesidades del servicio", que es lo mismo que decir por cojones) o por necesidad. Con un sueldo base exiguo y una familia que mantener cualquier ingreso es bienvenido.
Las guardias de presencia física en un gran hospital suelen ser un despelote. Nada que ver con "Hospital Central". Aquí cada uno hace la guerra por su cuenta, o como mucho, con los de su especialidad. Cada uno del resto de facultativos del cuerpo de guardia es un dispensador de marrones en potencia, y es necesario andarse con los cinco sentidos para evitarlos.
A los pacientes se les abre una ficha a medida que van entrando en urgencias, y a partir de ese momento esperarán un tiempo variable en ser atendidos. Como todo el mundo se cree que lo suyo es más importante a veces no entienden que el que viene por un prurito anal tendrá que esperar a que el paciente con dolor opresivo precordial pase a ser visitado con preferencia. De vez en cuando se montan pollos en la sala de espera porque la gente se impacienta con la demora.
Las urgencias suelen estar saturadas. Los pacientes se hallan dispuestos, casi se diría que estabulados, en pasillos y salas "ad hoc". Algunos llevan días esperando un ingreso y otros se hallan en observación desde hace muchas horas. Suelen estar uniformados con unas batas indignas, abiertas por detrás, que dudo que a nosotros nos hiciera gracia llevar. Tienen cuñas al abasto, para efectuar sus necesidades a la vista de todo el mundo. La privacidad no existe, y es frecuente tener que explorar a pacientes en el pasillo.
Hay muy pocas camas libres en el hospìtal, y éstas se racionan escrupulosamente. A media mañana aparece un listado de camas disponibles procedentes de los pacientes dados de alta en las plantas. La mayor parte de las camas no están disponibles porque se reservan para pacientes que ingresan por la tarde para operarse a la mañana siguiente. Si se tiene que suspender una intervención de hemorroides programada porque la cama ha sido ocupada por un paciente de urgencias, al facultativo responsable del ingreso le puede caer un paquete del quince (los gestores tienen especial aversión a la suspensión de intervenciones programadas). Las pocas camas realmente libres se reparten en función de las horas (o días) que lleve el paciente esperando, de la especialidad y del arbitrio del jefe de la guardia. La especialidad es importante porque a los jefes de servicio les molesta que ingresen en su planta pacientes de otras especialidades. Los pacientes pendientes de ingreso que no logran cama en este reparto posiblemente tendrán que esperar veinticuatro horas más. Curiosamente, siempre que tiene que ingresar algún amigo o enchufado de cualquier jefe o jefecillo aparece una cama libre "ipso facto". Cosas de la equidad del sistema.
Gran parte de la carga asistencial de las urgencias recae en los médicos residentes. Éstos son los que valoran a los pacientes, diagnostican y tratan. Los médicos adjuntos a veces están localizados en casa (y que al residente ni se les ocurra llamarles) y a veces están ociosos en la planta (y que al residente tampoco se les ocurra llamarles). Son consultados en caso de duda, problema o pollo montado. Luego está el jefe de guardia, que hace las veces de gestor de anomalías. Tampoco suele estresarse demasiado.
La guardia consiste en ir visitando pacientes, solventando lo urgente y remitiendo lo no urgente al médico de cabecera, al especialista, etc. y esperar que acaben las veinticuatro horas sin haberte enmarronado demasiado. Sueles jugar contra el resto de tus compañeros, porque esto es el ejército de Pancho Villa. Si necesitas una prueba radiológica tendrás que peregrinar a Rayos X y pedir el favor de que te la hagan. Es increíble lo que se hacen de rogar los radiólogos para hacer una ecografía de urgencias. Ya no digo para hacer un TAC. Cada vez que te acercas a su reducto te da la sensación de que vas a pedir un favor para un familiar tuyo.
Otra situación que puede ocurrir es que te encuentres con un paciente al que descartas cualquier patología de tu especialidad, crees que tiene algo de otra, y los facultativos de esta última especialidad no te lo aceptan. Las orientaciones del médico de puerta (o del celador de puerta a veces) muchas veces son bastante inexactas. El cirujano puede encontrarse con que tiene que visitar a un señor con una cirrosis hepática conocida, con múltiples descompensaciones anteriores, que viene a urgencias con la barriga hinchada y con edemas hasta en el escroto. Si has cogido su ficha por vez primera, la has cagado, con perdón, porque tendrás que explicarle muy bien al internista que ese paciente corresponde a otra especialidad. Las fichas de los pacientes queman, y la gente es reacia a cogerlas, porque luego es difícil desprenderse de ellas.
Algunos pacientes requerirán hospitalización. Como no hay camas, quedarán en un pasillo y en la guardia del día siguiente ya se decidirá qué se hace con ellos. A veces permanecerán tres o cuatro días en el pasillo, recibirán tratamiento y se irán de alta por curación.
Luego juegas contra el personal de enfermería, auxiliares y celadores. Son gente que hace turnos de ocho o doce horas y van a piñón fijo a su ritmo. Ya puede caerse el mundo, que su horita a media mañana para almorzar, su horita a media tarde para merendar y su horita y media al mediodía para comer son sagradas. A ello hay que añadir que la primera hora van a medio gas porque acaban de llegar y la última hora van a medio gas porque están a punto de irse. Las enfermeras suelen ser jóvenes y a menudo resabidas. Las "viejas" a menudo te toman por el pito del sereno. Y si te quejas de ellas eres un follonero, por supuesto. Especímenes particularmente peligrosos son las supervisoras de enfermería de urgencias, auténticas arpías a veces. En cuanto a los celadores, su estado habitual es el de missing. Cuántas veces hemos tenido los médicos que llevar a pacientes en camilla o en silla de ruedas de un sitio a otro porque los celadores estaban "ocupados" ?
Una situación muy infrecuente pero que cuando ocurre es sumamente curiosa se produce cuando un canal de televisión va a grabar un reportaje en Urgencias. Entonces misteriosamente desaparecen todos los pacientes de los pasillos durante unas horas. En realidad han sido desplazados temporalmente a un ala del hospital que está vacía, con un grupo de enfermeras y un médico de staff a cargo. Rige una de las máximas de la sanidad pública: no importa que la casa se queme mientras no salga humo por las ventanas.
Luego, por la noche, intenta dormir si puedes. Si eres médico residente, probablemente no podrás. Te despertarán por las mayores pijadas imaginables. Vendrá gente a hacerse la prueba del SIDA a las cuatro de la madrugada porque estuvo antes con una puta, fornicó sin condón, y le entró el miedo luego. Vendrá gente porque lleva un mes estreñida, porque le pica la piel desde que volvió de Cuba hace tres meses, porque no puede dormir, porque se le ha roto el condón (y yo me lo creo), porque tienen un uñero, porque se les ha irritado el prepucio o porque tienen una duda respecto a una medicación que les ha prescrito el médico de cabecera y no tienen mejor lugar ni mejor hora para resolverla. Te despertarán para visitarles, porque "es tu obligación como médico de guardia". Y cuidadito con realizar ninguna observación acerca de la pertinencia de la consulta, porque como a cualquiera de estos ciudadanos se les ocurra presentar una queja, el marrón lo vas a tener tú. Claro que siempre está el recurso a hacer un tacto rectal "de castigo", decir que le vas a pedir unas pruebas no sea cosa de que tenga cáncer, pedirlas y volver a dormir, etc.
Finalmente, la libranza. Si eres residente, posiblemente no librarás la jornada siguiente a la guardia. A la ocho y media, hayas dormido o no, tendrás que estar en tu puesto, a lo mejor tendrás que operar, tendrás que pasar visita en Consultas Externas a treinta o cuarenta pacientes más a diez minutos por cabeza. Te exigirán lo mismo que al que llega fresco de casa. Y posiblemente alguna de las viejas glorias del servicio te recuerde que hace cuarenta años, cuando él hizo la residencia, también trabajaba mucho.

Desde un doctor que está harto:
http://drgandolfi.wordpress.com/

3 comentarios:

Burnout. dijo...

Casi todos los organismos del estado tienen ese tipo de problemas. No hay compañerismo sino "compañero, tú-mismo" y hay que pelear con todos los departamentos para que salga adelante algo. Lo siento pero la cosa tiene dificil solución exceptuando que consigas un puesto de categoría que te permita tocarte las narices... Ya sabes, ese que todos quieren.
Anímate lo que puedas y que te sea leve.

Ojos verdes dijo...

Me alegra tener médico en la familia y no tener que pisar urgencias, de momento.
Luego tenemos que oir en la tele que somos la leche en pepitoria... si es que...

mithras dijo...

JATQLZ: El post no es mio, es del doctor de la dirección. Pero lo de compañeros pasa en todas las empresas. Pasate por el blog del doctor, te gustara.
OJOS: Ya nos lo suponiamos, todos estamos hartos de todo. Gracias por la visita.