viernes, noviembre 14

Cap: 917 . Soy un Yonki.

Soy un yonqui. Lo reconozco. Me va la droga dura, la más dura que existe. Me van las palabras. Mira, ya lo he dicho, ya está.
Al igual que Coronado, estoy enganchado a cualquier chute que me renueve por dentro, aunque sólo sea durante un rato. Ya, ya supongo que estamos hablando exclusivamente de mí.
Para empezar, me he tirado varios años muy colgado del imperativo. Me daba igual de cuál. El caso es que fuese un verbo, y estuviera conjugado en ese tiempo tan sugerente. Todo me iba. Todo me entró.
Fue la época del todo vale. Si quería acceder al mejor camello para un buen viaje, me bastaba con recurrir a cualquier soporte publicitario. Tele, prensa, radio o exterior. Me vuelve a sudar la boca de sólo pensarlo.
Mira si fue bueno, que todavía hoy me sigue apeteciendo algún que otro buen chute de tanto en tanto. Cada vez que pongo la tele, es una nueva ocasión para recaer. Oigo ‘compre’ y ya estoy allí. Leo ‘no se lo pierda’ y me pongo a buscar. Escucho el verbo ‘descubre’ y se me pone la piel de coño.
Pero aún así ya no es lo mismo.
Lo que ocurrió fue que en un momento dado, los subidones empezaron a durar cada vez menos. La Mari del súper ya me venía advirtiendo de que la adulteran con términos que pasan desapercibidos, pero que mal llevaos pueden acabar provocándote sobredosis.
Palabras como ‘nuevo’, tan gastadas como la virginidad de una madame, palabras como ‘ahora’, tan urgentes como la corrida del seminarista, o palabras como las gemelas ‘más’ y ‘mejor’, que no pueden vivir ni vender la una sin la otra. No las ves, pero ahí están, esperándote para decepcionarte en cuanto las compres. Mitigando el placer, cortándote el rollo. Cuéntalas y verás cómo flipas tú también.
Por eso, con el tiempo, este Pocholo de las letras aprendió a reconocer la buena mercancía en cuanto la veía, incluso sin necesidad de haberla probado. Y me pegué unos picos de sintaxis yo solito que pa qué.
Todo se lo debo a las mejores marcas. Ellas nos proporcionan continuamente nuevas emociones de diseño que la verdad que da gusto. Eso sí que coloca. Mierda de la buena. Controlan dónde liarla y saben perfectamente que hoy en día, si montas una campaña y no ofreces unos gramos de ‘proteger’, ‘prevenir’, ‘ahorrar’ o ‘cuidarse’, jefe no te molestes, porque no eres nadie.
Palabras tan inocuas como el cloruro sódico y tan mortíferas como sus elementos constituyentes, tan falsas y pretenciosas pero tan necesarias para un yonqui como yo.
Porque no sé si te lo he dicho, pero soy un yonqui. Me pone chutarme de novedad y de todos sus derivados. Por eso, aprovechando que ya entro en la categoría de puretas, últimamente me he pasado al rollo duro.
Ahora me ponen mucho las que salen en los periódicos, así, a lo bestia, en blanco y negro y junto a fotos de tíos feos y encorbatados. Allí he descubierto a las cuatro fantásticas, ‘crisis’, ‘garantía’, ‘seguridad’, y ‘confianza’. Agarra cualquier diario, esnífate cada línea de portada a contra, con sólo un ejemplar ya tienes para un fiestón.
Sobredosis de mierda que ya no sacia, paperinas de narcos que ya no saben qué hacer para convencernos, porque todos sabemos que en el fondo, esos conceptos, con sus entonaciones, importancias y rimbombancias, están todos como este texto.
Vacíos.

POR RISTO MEJIDE.

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