El veneno esta en la dosis:
Solía repetir a menudo Paracelso, medico y conocido alquimista suizo del siglo XVI. En las cuestiones del corazón, este aforismo cobra sentido ¿bajo qué dosis del amor, éste se convierte en veneno y nos enferma el alma? ¿Dónde están los limites del amor? ¿en qué circunstancias se pervierte la relación amorosa y se traspasa la frontera que convierte el deseo en obsesión, la autonomía en dependencia, la confianza en celos, el compromiso en esclavitud, la libertad en desidia?
La relación amorosa nos puede llevar a lo mas sublime, a vivir lo mas bello y a dar lo mejor de nosotros mismos. Pero también puede llevarnos al infierno de la mano de la dependencia patológica, de los celos, de la depresión, los malos tratos físicos y psicológicos, la degradación, la humillación, el desprecio…
Cuando esto ocurre, el lazo afectivo que nos unió se convierte en el nudo que aprieta, que ahoga, que duele demasiado, que se hace insoportable.
El Amor propio:
¿Quién se inventó aquello que el amor no tiene limites? Siempre debe tenerlos. Nos va la vida en ello. El limite está en la conciencia , en el balance emocional par el que , en general, no hemos sido educados. Es mas, a ojos de según que religiones y culturas, donde el sacrificio es uno de los valores fundamentales (especialmente el sacrificio de ellas), lo que toca es pasar por el tubo aunque la pareja nos esté hundiendo la vida a nosotros y a nuestros hijos. Probablemente el amor maduro y consciente combina el amor propio con el amor al otro. Amarte a ti no implica anularme o destruirme a mi. Mi amor por tu no justifica mi abandono ni me sacrificio existencial, por mucho que el entorno o la historia haya repetido hasta la saciedad que así debe ser.
No puede haber el tan necesario balance emocional sin amor propio, sin respeto a uno mismo. Amar es construir una relación conjunta basada en la responsabilidad, el respeto el proyecto y la visión de futuro compartidos, pero no es soportado todo al precio del sacrificio de la propia vida. Un amor que exija en contraprestación el propio sacrificio intelectual, sentimental e incluso existencial no es amor, es esclavitud disfrazada de exigencias romántica de la psicopatía, paranoia y narcisismo del otro. Amor no es resignación eterna, vulneración de principios, sumisión descalificación y engaño. Los limites del amor están en nuestro propio amor propio, en nuestra dignidad.
2 comentarios:
Esta claro que el amor maduro, el amor de verdad no puede pedirnos que renunciemos a nuestra propia identidad, a nuestra autoestima por él (entre otras cosas, porque si alguien para querernos, necesita despojarnos de nuestros valores y de nuestro yo más profundo, poco nos puede amar)... el problema, según yo lo veo es cuando uno mismo renuncia a lo que quiere, a lo que necesita, a lo que desea con tal de acompañar al otro. El problema no es que alguien nos ponga una venda que nos impida ver, es cuando nosotros mismos lo hacemos con tal de encajar con la persona a la que creemos amar. Tarde o temprano la venda cae. Siempre, siempre. Y a veces, lo malo no es lo que vemos alrededor, sino lo que vemos que hemos hecho con nosotros mismos.
Como siempre, besos...
EVA: Por mucho que te empeñes nunca puedes ser como la persona que te ama quiere que seas, lo mejor que se puede hacer siempre, es ser uno mismo pese a quien pese y si te quiere por como eres, por lo menos hay una posibilidad de que todo salga bien.
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